Todos nosotros alguna
vez, hemos experimentado la frustración de dejar nuestros trabajos impresos a “medias”. Ya sea por una falla en la impresora, por
falta de tinta, o por problemas en los cartuchos. De la misma manera, al tener recién
instalada la última versión del sistema operativo en nuestra computadora, nos
encontramos con la penosa noticia que ya “salió al mercado” una versión
mejorada. Y cuando hacemos un enorme
esfuerzo por adquirir el más moderno y sofisticado celular, resulta que en poco
tiempo, ya salió a la venta la nueva versión de otro “Smartphone”. Bueno, todos estos casos son lo que llamamos
OBSOLESCENCIA PROGRAMADA.
Dicho en palabras
comunes, trata sobre el porqué las grandes empresas multinacionales, fabrican o
diseñan artefactos descartables, endebles, es decir, muy frágiles. ¿Qué creen que pueda pasar luego de un
ligero choque entre dos vehículos, un Toyota Crown del 74 contra un Aveo
Evolución del 2012? Fácil. Al Toyota, un
leve arañazo. Un imperceptible
“raspón”. Pero a nuestro auto del año
(independientemente de la marca) se habrá echado a perder su capó,
guardachoques, radiador, aire acondicionado, faros, guías, etc.., es decir,
todo el carro. El dueño del Toyota
reparará su problema con no menos de $50; mientras que la compañía de seguros
del modelo 2012, seguramente recomendará, reemplazarlo con otro. Obsolescencia Programada.
No es que caigamos en
el falso romanticismo que todo lo pasado fue mejor. Pero es obvio pensar que
los materiales empleados en la construcción de artefactos, aparatos o
dispositivos antiguos, fueron inmensamente mejores que los actuales. Lamentablemente, vivimos en una sociedad de
consumo. El círculo vicioso
COMPRA-TIRA-COMPRA, es lo que hace llenar los bolsillos de las grandes
multinacionales.
Pero esto, puede
cambiar. Debemos resistirnos a caer en
la tentación del consumismo. No debemos adquirir cosas descartables. Por eso es
conveniente seguir el consejo de nuestras “abuelitas”. Comprar, usar, guardar, re-usar. No olvides que el mundo luego nos pasará
factura por toda la contaminación tecnológica que estamos haciendo. Y tal vez no lo pagaremos nosotros. Sino
nuestros hijos y nietos. Entonces será
mejor, empezar a llevar una vida alejada del consumismo.
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