“Cuando las fuerzas morales de una generación se
alzan contra el orden establecido por motivos de justicia, es necesario romper
las ataduras que vincula con el oprobió,
y donde sólo queda espacio para la
victoria. En esas circunstancias, las
almas son conminadas: “cerrad la
entrada a todas las sugestiones de la cobardía
El triunfo será entonces, el canto a la
vida y la esperanza. “ José
Joaquín de Olmedo.
La historia del Ecuador está profundamente
ligada a la historia de sus patriotas, valerosos hombres, jóvenes soldados,
indomables combatientes que desde tiempos inmemorables con épicas proezas y heroicas hazañas constituyen la herencia de
sangre que gracias a Dios fluye por
nuestras venas.
Siempre estuvieron presentes los recuerdos de
aquellos inmortales hombres, alentándonos a seguir su ejemplo de sacrificio
incansable por defender su Patria, como en las faldas del majestuoso Pichincha
hace ya 190 años, donde se forjó en tropel de bayonetas, la
libertad definitiva de nuestra nación.
En este histórico escenario de los albores del
nacimiento de nuestro Ecuador, destaca de sobremanera la indescriptible
victoria de las fuerzas independentistas al mando del Gran Mariscal Antonio
José de Sucre, cuyos valerosos soldados provenientes todos y cada uno de los
rincones de la Patria, conquistaron un espléndido triunfo necesario para
mantener la dignidad nacional, la bendita, indeleble, e inmaculada, Libertad.
Esta mañana, casi dos siglos después de aquella
fragua inolvidable del 24 de Mayo, nuestros jóvenes y gallardos cadetes continúan el ejemplo de nuestros patriotas; no con las
armas, gracias a Dios, sino con los libros, los valores y las enseñanzas, que
son la artillería moral contra el enemigo común, de la mediocridad, la inmundicia y la
desesperanza.
Estos
esforzados abanderados, que orgullosamente portan nuestros colores, son el más
claro reflejo de la sobria educación
impartida en nuestras aulas, son el
espejo en que se deben mirar, todos sus compañeros, son el ejemplo a seguir por
su comunidad y por sobre todas las cosas, son el orgullo del alma, corazón y
vida de sus esforzados Padres y familiares. Que maravilloso debe ser, que el
fruto mismo de sus entrañas, que lo más sagrado que un ser humano puede tener:
sus hijos, porten con hidalguía, nobleza y sobra de merecimientos, las benditas
divisas de nuestro colegio, nuestra ciudad y nuestra Patria. Si sus hijos han triunfado, es porque Uds. Srs.
Padres de familia, son también unos
triunfadores: felicidades por tener los hijos que tienen, y por confiar su
educación en nosotros.
Por eso hoy, quiénes somos y nos sentimos ecuatorianos de
corazón rendimos homenaje a la Bandera y al Pichincha, lugar bendito donde se forjó la verdadera identidad nacional. Debemos sentirnos orgullos de ser patriotas,
de haber nacido bajo el cobijo de esta bendita bandera, de esta bendecido país,
tal vez pequeño en extensión pero infinitamente grande en coraje, civismo,
valentía, voluntad, al unísono del
ejército ecuatoriano indisolublemente unidos al corazón de la patria y al alma
de nuestra nación.
Damas y caballeros.