viernes, 18 de diciembre de 2009

Discurso: La Batalla del Pichincha

(Discurso pronunciado el 24 de mayo del 2007 en los patios del colegio militar)

“Cuando se tiene fe en los grandes designios de la Patria y se ama como se debe el bendito lugar que nos dio la vida, caminamos los insospechados lugares en donde se transpira, en donde vive, en donde se nace y se muere con libertad”



La historia del Ecuador está profundamente ligada a la historia de sus Fuerzas Armadas. La historia de sus valerosos hombres, jóvenes soldados, indomables patriotas que desde tiempos inmemorables con proezas épicas y hazañas heroicas como las de Atahualpa y Rumiñahui, indiscutiblemente constituyen la herencia de sangre que gracias a Dios y a la vida, corre por nuestras venas.

Siempre estuvieron presentes los recuerdos de aquellos inmortales héroes, alentándonos a seguir su ejemplo de trabajo incansable por defender su tierra, como en las faldas del Pichincha hace 187 años, donde se forjó a sangre y fuego la libertad definitiva de nuestra nación gracias al puntal moral de la patria, el glorioso, memorable e imperecedero, ejército ecuatoriano.


En este histórico escenario de los albores del nacimiento de nuestra nación, destaca de sobremanera la indescriptible victoria de las fuerzas independentistas al mando del Gran Mariscal Antonio José de Sucre, cuyos valerosos soldados provenientes todos los rincones de la Patria, conquistaron un espléndido triunfo necesario para mantener la dignidad nacional, la bendita y siempre indeleble Libertad.

Pero lamentablemente nuestra tranquilidad se ha visto continuamente asechada por más de un enemigo ambicioso y voraz. Sin embargo, la voluntad incólume de nuestras Fuerzas Armadas siempre estuvo dispuesta a empuñar su espada, carga su rifle, levantar su frente y a ofrendar su pecho a las balas, si por la Patria fuera menester.

De esta manera el destino a través de la historia guardaba para nuestro glorioso ejército otras espléndidas victorias. Ejemplos de coraje y de arrojo como los de Portete de Tarqui, partida de nacimiento de nuestra fuerza e identidad; Paquisha y Machinaza nombres legendarios para los ecuatorianos, donde murieron esforzados soldados salvaguardando nuestra heredad territorial; y por sobre todo en el alto Cenepa, donde los celosos guardianes de nuestra inmaculada soberanía, supieron repeler a fuego de metralla el ataque del desenfrenado enemigo, amenaza continua de nuestra acrisolada Libertad.

Aunque su vida haya sido el precio por defender Pichincha, Portete, Paquisha, Porotillo, Jambelí Coangos, Twinza, destacamento Hugo Ortiz, los soldados que allí inmolaron sus cuerpos, como Abdon Calderón, soldado Pilco, Chimborazo, Yuqui, y otros tantos son ejemplos contundentes de la valentía del soldado ecuatoriano.
Fechas como éstas y hombres como aquellos, son la más amplia evidencia de la grandeza de nuestras Fuerzas Armadas, conformadas por hombres y mujeres comunes, con sufrimientos y alegrías, con éxitos y reveses, pero que gracias a sus acciones heroicas han sido y serán siempre el sostén moral de la Patria amenazada.
Por eso hoy quiénes somos y nos sentimos ecuatorianos de corazón rendimos homenaje a esa fragua imponente del Pichincha donde se forjó la verdadera identidad nacional. En nuestro ejército los soldados aprendieron y continúan aprendiendo la consigna romana de los héroes de siempre “Dulce et decorum est ro patria mori” “Dulce y honroso es morir por la Patria”.
Al conmemorarse 187 años de la consagración definitiva de nuestra libertad, debemos sentirnos orgullos de ser patriotas, de haber nacido bajo el regazo de esta bendita tierra, tal vez pequeña en extensión pero infinitamente grande en coraje, civismo, valentía y arrojo, al unísono del ejército ecuatoriano indisolublemente unidos al corazón de la patria y al alma de nuestra nación.
Solo quien ama a su Patria es capaz de alcanzar la gloria.
Muchas Gracias.

1 comentario:

  1. felicitaciones ese discurso muy alentador para un momento de recordacion de las fuerzas armadas muy bueno

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