Taciturno
un huancavilca divagaba
Entre
poemas, cuentos y relatos,
Cuando
de pronto, sin ningún alegato,
Fue
secuestrado, las palabras,
Y
aunque fue perdiendo la razón,
No
perdió su compostura
Y
escribió con voraz premura
Versos mezclados sin compasión
Y
yo que todavía pensaba
Que
el Quijote ya estaba completo
Que
aquel hidalgo, de audaz prestancia
de
rancia figura y dudoso abolengo
de
tantas aventuras que conocí en mi
infancia
a
través de la lectura, en noches de sosiego
a
diferencia del caballero, no perdí mi cordura
aumenté
mi cultura, yo fui un aventurero.
Sin
embargo conocí, años más tarde,
A
un guaytambo apasionado
Por
las letras y las artes,
Que
dijo, haber olvidado
Unos
capítulos del maestro Cervantes
Y
añadió, aventuras aparte
Pincelazos literatos
al Quijote y su acompañante.
Si
mis amigos los libros, hablaran
Más
de una historia podrían contarme
Pues
son ellos, los que tienen la palabra
Y
yo la imaginación: interminable
Estuve
en otros planetas
Conocí
otros mundos dispares
el
principito me hizo maletas
Antoine de Saint, los avatares
Volcanes,
flores y tumbos
Vanidosos,
bebedores y faroleros
Personajes
de infinitos mundos
La
Flor, los volcanes y el cordero
Me
enamoré tantas veces
Y
otras tantas, me desamoré
García
Lorca, tuvo la culpa
De
aquella casada infiel
Más
cuando enjugué mis lágrimas
y
oscuras golondrinas pude ver
Gustavo
Adolfo Bécquer me contemplaba
Tupidas
madreselvas, al caer.
Fui
amigo de Platero y Jiménez,
al
pueblo en su lomo, fui a dar,
y
sus ojos purpurinos cual cristales
que
hasta parecía, querían llorar.
Más
esas lágrimas fueron mías,
Al
descubrir, varias páginas al final
Que
al cielo de animales,
Impostergablemente
te ibas a marchar.
Y
besé la boca de Florentina
Aquella
mañana cristalina
Entre
rosas, claveles y coral,
La
imaginaba tierna y femenina
Gracias
a Rubén Darío,
Tendida
sobre el Diván
Y
casi muero fusilado
Aquel
recordado día
Cuando
el coronel Buendía
Iba
a ser sacrificado.
La
soledad de 100 años
No
es tiempo suficiente
Para
vivir, o morir
sin
haber sido amado.
Gabriel
García Márquez, tuvo la culpa
y
macondo su cómplice callado.
Si
mis amigos los libros, lloraran
Cuantas
nostalgias, podrían contarme
Porque
su tristeza, abunda en la palabra
Cuando
la melancolía, quiere acompañarme
Y
fui un poeta suicida
De
una generación decapitada
Si
mi madre me dio la vida
La
vida me quitó a mi amada
Medardo
Ángel Silva,
Con
pluma de sangre escarchada,
Compuso versos sin calma,
De
un amor inexorable
Que
me dejó, indeleblemente
el
alma en los labios, pero con sangre
Porque
cuando de nuestro amor
Tu
contemples la llama extinguida,
Indeteniblemente
mi primor ,
me arrancaré la mi vida…..