miércoles, 16 de febrero de 2011

El Espíritu de Cuerpo

“Lo que distingue a los virtuosos, a los líderes, a los mártires, es la ideología heredada de nuestros valerosos antepasados, donde el coraje, la marcialidad, la honradez y por sobre todas las cosas el espíritu de cuerpo, permitió alcanzar nuestros más preciados objetivos”.

La historia del Ecuador está profundamente ligada a la historia de sus Fuerzas Armadas. La historia de sus valerosos hombres, jóvenes soldados, indomables patriotas que desde tiempos inmemorables con proezas épicas y hazañas heroicas como las de Atahualpa y solidarias como las de Rumiñahui, indiscutiblemente constituyen la herencia de sangre que gracias a Dios y a la vida, corre por nuestras venas.

Estos ejemplos son el origen y la fuerza que debe unir a todos los miembros del ejército ecuatoriano en un solo cuerpo, evitando la dispersión de fuerzas y de acciones. Cuando existe esta unión en la diversidad de los miembros, se vive el verdadero espíritu de cuerpo; Ese amor por la institución íntimamente compartido por cada uno de sus integrantes. Mística por servir a esta entidad histórica que resume en su alma intangible un pretérito grande y glorioso.

Dentro del grupo, el espíritu de cuerpo expresa los mismos sentimientos y valores en torno a sus compañeros, a los que sirve con lealtad, sacrificio y entrega. Es la disposición generosa de todas las facultades intelectuales, profesionales y afectivas. Ya lo delineaba así el gran emperador y estratega militar francés Napoleón Bonaparte, cuando le dijo a sus hombres en el preludio de la batalla de Marengo, en el noreste de Italia: “Cada soldado lleva en su mochila un bastón de mariscal”

Cuando los miembros de una entidad se identifican con los objetivos de la misma, cualquier soldado puede ser mariscal; cualquier mariscal puede ser soldado; porque la sinergia, la solidaridad y la lealtad permiten alentar ese beneficioso espíritu de cuerpo donde todos compartimos la carga, donde todos saboreamos los triunfos, donde todos aletargamos el peso que nos imponga el infranqueable destino.

Cada ejército permanece como un puño gracias a su espíritu de cuerpo. Fue invocado por los tribunos de las legiones romanas para despertar el ardor de sus soldados para la batalla. En los ejércitos reales del período pre-revolucionario, combinaba el sentimiento de solidaridad corporativa y el fiel cumplimiento de compromisos contraídos con el soberano. Por lo tanto, los hombres permanecieron apegados a sus ideales. Indelebles ante su designio.

En la actualidad, cada uno de nuestros soldados debe buscar actuar en unidad con todos, de forma que puede hablarse de un cuerpo que desarrolla diversas funciones para lograr un mismo objetivo. Esta adhesión es el factor de unión entre todos los soldados, que comienzan a verse a sí mismos como parte de un solo cuerpo, sin perder sus características individuales. Del conocimiento claro y uniforme, brotará el espíritu de cuerpo en la misión, de forma que se actúe con una sola mente, con una sola voluntad y con sólo corazón. La unidad genera por tanto, el espíritu de cuerpo en la triple vertiente de las virtudes del soldado ecuatoriano: honor, disciplina y lealtad.

Jamás debe confundirse el espíritu de cuerpo que debe reinar en toda organización, con el encubrimiento de delitos, faltas o irregularidades; ya que por el contrario, estas actitudes “proteccionistas” no hacen más que mermar la buena imagen de la institución. Una forma de ser leales es a través de la realización de actos destinados a prevenir y combatir actos reñidos con la moral y la ética.

Podemos entrever que los obstáculos y peligros más graves que atentan contra el espíritu de cuerpo son el individualismo, el egoísmo, la rebeldía, la protesta continua y el desinterés por la causa común.

Compañeros: por este motivo debemos fomentar el trabajo en equipo, el acatar disposiciones normativas, apoyar con entusiasmo todas las iniciativas del mando y estar disponibles para trabajar en esas iniciativas, poniendo talento, eficacia y eficiencia. Defender lo propio hasta morir si fuere menester. Llegar a tener un mismo pensar y un mismo sentir en lo referente a la misión de las Fuerzas Armadas. Porque el bien entendido espíritu de cuerpo nos permita alcanzar la inmortalidad como hombres, como ejército y como nación….

Muchas Gracias.